El Viejo Mundo (Parte I)
El piloto anunciaba a todos los pasajeros que ya estábamos sobrevolando la ciudad de Madrid, que pronto aterrizaríamos después de unas nueve largas horas de viaje desde La Habana. Las ventanillas solo permitían observar algunas elevaciones a lo lejos y en su extremo más alto, la blancura propia del mes de diciembre.