Todos los lunes, después del noticiero estelar de la Televisión Cubana, me siento frente al televisor para no perderme el espacio humorístico Vivir del cuento, que según su principal figura, Luis Silva, quien encarna al viejo Pánfilo; cuenta con un 97 por ciento de aceptación en la población.
Un nivel de audiencia bastante significativo y competente, si tenemos en cuenta la creciente preferencia de los cubanos por las series norteamericanas y otros tantos programas televisivos extranjeros, así como la caducidad de varios espacios en la pantalla chica, que dejan a un lado la creatividad y las necesidades de consumo de la gente, esa que ya no se conforma con las transmisiones de cinco canales de televisión.
Lo cierto es que cada historia de Pánfilo y Chequera quedan en mí como una descripción detallada de lo que es la Cuba de hoy y cómo la vive cada cual, da igual si es gerente, jubilado, un insignificante dirigente o un carpintero como Chacón. Guiones que expresan, escenifican, critican y también representan, desde los más antiquísimos baches hasta “la lucha” de aquellos, que como Aguaje, buscan una vida fácil beneficiándose de otros.
Y es que Vivir del cuento es una especie de noticiero en formato cómico donde incluso se exponen otros conflictos de la sociedad actual que rara y superficialmente publican los espacios informativos del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT) y la prensa impresa.
Así, muchos se preguntan cómo puede este programa reflejar y denunciar, de paso, los problemas que existen en cada barrio, en cada hogar. Mi vecino decía este lunes: ¡Ahora sí que no sale más el programa!, pero vuelve a aparecer para suerte de muchos, porque esos humoristas cuentan bien la verdad. La misma verdad que escriben los profesionales de la prensa, pero que no puede salir a la luz pública porque no somos Pánfilo y su pandilla.
Verdades ocultas- en los noticieros- que traen burla, apatía y rechazo hacia la prensa cubana, un ejercicio profesional que según muchos ha quedado en manos de los humoristas porque la prensa hace reír bastante con sus ficciones. Los que integran el Centro Promotor del Humor “reportan entre risas” ese perdurable bloqueo interno, el oportunismo de los Lindoros y también, por qué no, la idiosincrasia inconfundible del cubano.
Pero esto no es una oda a Vivir del cuento aunque así lo parezca. No es tampoco una exaltación a esa tribuna o especie de espejo en el que se ha convertido el programa. Me mueve a escribir el hecho de que todos los martes, ya sea en la guagua, en la cola del baño o en la calle, encuentre gente que habla del “noticiero cómico de las 8: 30” y no del estelar precisamente.
Por el momento solo queda vivir del cuento, y eso, ciertamente, será otra historia de la cual hay que escribir. Otra historia…
Como diria Holmes: Elemental Watson, mientras las noticias sean fabricadas en un laboratorio, y los periodistas no tengan la minima posibilidad de dar su opinion, o los locutores de comentar y decir sus puntos de vista sobre la noticia, mientras la noticia sea una estatua inmovil, que sea la misma en la radio, en la tv o en la prensa, seguira generando apatia y desconfianza en la poblacion, el compañero Raul llamo a acabar con el secretismo, pero al parecer para muchos directivos, se mantiene en secreto.
Más que de acuerdo con usted. Seguimos desde el laboratorio…
Jajaja… qué gracia me da el noticiero. Los titulares parecen que hablan de otro país que solo existe en las reuniones y los abaderamientos… Mejor, en realidad me dan pena el noticiero y el periodismo cubano, del cual formo parte. Se hacen intentos, pero tan tímidos, tan controlados… a veces me pregunto si de verdad estaremos haciendo Revolución con este periodismo o solo le estamos haciendo el juego a quienes no quieren revolución…