Las desmemorias de Bel la Bella

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Por Yarislay García Montero

Entre el pasado y la realidad, lo posible y la imaginación endeble la muerte abrazó a Bel la Bella. Aquel informe médico de trastorno mental, producto del Alzheimer, no permitió que esa anciana dejara de soñar con el ayer. Un pretérito que conoció frustraciones, desamor, alegrías y antojos, que solo sin vida se dejan atrás.

Una Isabel, llevada a proscenio por la actriz cubana Ana Victoria Pérez (Bebé), que representó las invenciones y olvidos de una artista cubana que emigró a España con solo 17 años. Interpretación teatral que unas veces escenificó a la bailarina en su esplendor, a la anhelada india Anacona y a la vieja ahora enferma.

Desmemorias que junto a elementos audiovisuales creados por Giovanna Ribes; vestuarios expresivos para cada pasaje escénico y la acústica en función de hacer sentir; convierten esta pieza teatral en una partitura visual y sonora de las nuevas maneras de pensar el arte de las tablas.

Bajo la dirección y la autoría de Antonia Bueno, la obra deviene catálogo de manifestaciones artísticas, las cuales complementan una trama textual y escénica con diversos signos contemporáneos del contexto teatral internacional. Fragmentos de música cubana en la voz de Bebé, coreografías y gestos corporales de la actriz, envolvieron al público en una especie de laberinto que habita solo en la imaginación de Bel.

El Centro Cultural Bertolt Brecht se transformó esta vez, durante 50 minutos, en la habitación de un hospital, que no tuvo visita ese día por las condiciones en que se encontraba la paciente Bella. Así, en su pérdida de memoria confunde lo tangible con lo invisible y viceversa, el ayer y el hoy, la lucidez y la enfermedad, el éxito y el fracaso.

La décimo quinta edición del Festival de Teatro de La Habana, con sus respectivas funciones en el resto de las provincias del país- aunque escasas- nos trajo no solo a Ana Karenina, El flaco y el gordo, a Antígona y otros personajes, sino también a una Bel, que a pesar de su empeño por existir, dijo adiós a la vida con su nombre entre los labios.

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