P_O_L_I_T_I_C_A

La pancarta de cualquier CDRDicen que el cubano empieza a hablar del hambre y la comida e inexplicablemente pone el punto final con algo sobre sexo. De un tiempo a acá escucho conversaciones altamente inflamables que declinan, por “ley de gravedad”, en la mismísima cara de la política. Pero hay algunos que prefieren no hablar de ella porque dicen que es bien sucia y bastante complicada.

Incluso, hay aferrados que dicen no tener nada que ver con la política cuando somos nosotros mismos quienes la (des)hacemos o (de) construimos y por eso se pasan las horas debatiendo de pelota. Es absurdo pensar que hablando del deporte nacional se escapa de lo  político, en un medio que condena salidas ilegales de deportistas con un idéntico comunicado sobre violación de principios éticos aplicable para quienes desertan.

Para esos, los que dicen alejarse del tema, hay una amplia política deportiva que discuten a diario en una Esquina Caliente, en una peña o en la propia casa, pero que pasa frente a sus narices disfrazada con guante y bate en mano.

La política de estos tiempos tiene su propia Biblia en los Lineamientos de la Nueva Política Económica y Social del Partido y la Revolución, que es más que un mandamiento o un versículo de las célebres Sagradas Escrituras. La Nueva Política me persigue en los mercados agropecuarios, en la cafetería de Mayita, cuando busco las pesetas de la guagua, o simplemente -y no exagero- cuando no encuentro un baño público en la ciudad.

Por falta de una, hay una política bancaria, una política migratoria, una política tributaria, una política crediticia, una política cultural, que dejó atrás aquel Quinquenio Gris; una política discursiva en los medios o medios políticos con discursos, algunas políticas editoriales, una política de cuadros del PCC y otras parientes cercanas, que nos acompañan a diario sin necesidad de decir P-O-L-I-T-I-C-A.

No hace falta esperar a la rendición de cuentas del delegado ni asistir al vigésimo Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba para vivir o estar cerca de la política. No es preciso llenar las escuelas o la oficina del director con pancartas y consignas para demostrar complicidad con la Revolución porque hay otros que no necesitan letreritos u otro tipo de recordatorios públicos.

Conozco gente que sin repetir ¡Viva Cuba! y ¡Orden, exigencia y control! han demostrado ser más cómplices que nadie. Esos, a mi juicio, son los buenos políticos.

1 thought on “P_O_L_I_T_I_C_A”

  1. A mi juicio la politica se ha convertido en un juego de manipulacion, creyendo que realmente con los discursos retrospectivos envuelven a alguien.La politica ya es una justificacion tan grande que no cabe hacer politica, como debiera…

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