Hay días, apenas unos efímeros instantes, en que solo queda suspirar. Unos segundos, casi detenidos en el tiempo, para obviar las excusas, las mismas respuestas, los mismos motivos, el teatro de siempre, el cuento de la buena pipa, las historias no contadas…
Suspiros que esfuman aquello de las rendiciones de cuentas. Suspiros que nos hacen perecer. Porque en suspiros se nos va la puta vida también, eso creo yo. Ya diciembre amenaza con llevarse este 2014 y de un tirón arrasará con mis planes, los mismos de todos los años, las mismas metas en puros puntos suspensivos. Mis mismos miedos regresan. La vida se me escapa en unos años.
Hoy volví a suspirar en noviembre. Otra vez, así como en enero, por las mismas causas y azahares. Creo yo, que mis pulmones no aguantarán mucho este trajín, porque hay suspiros mortales, que te llevarán hasta allí, frente al mismísimo pelotón de fusilamiento en Macondo.
suspiro yo también… ya casi no me quedan… pero suspiro