El fin del mundo
Biajaca era una postal de filmes del oeste. Toda ocre. Quizás lo sea aún, no sé. Y era un oeste, ciertamente. Biajaca tenía un nombre por tenerlo. No había ríos ni lagunas de oxidación cercanas. Nunca vi ni un gusarapo, menos pescados o biajacas. Era una prostitución toponímica. Pero era Biajaca a pesar de todo. …