Uno vuelve, decide retornar. Y lo más raro es sin saber por qué, si hay viajes que no se emprenden nunca, solo habitan en la imaginación. Pero se escapa de este mundo rudo aún estando sobre el asfalto que quema y cuando despiertas ya está la quemazón, se esfuma el delirio. Entonces uno vuelve, aterriza de nuevo en la rutina y ve las mismas cosas en su sitio, inmóviles, detenidas en el tiempo, bien rígidas a pesar de tanta ausencia, de tantas décadas de espera.
Hoy leí de nuevo estas líneas y no pude contener las lágrimas. Hoy, quisiera volver de tantas maneras, hoy preferiría tener que volver así, solo a la rutina, aterrizar el avión de los sueños y no el de la realidad. Hoy quisiera volver… pero tengo miedo a luego querer volver a partir.